Café musical

14 ago 2010

Quédate en Madrid (Europe Endless II)

Como les había dicho mis queridos amigos, después de andar de "vacaciones" y renunciarle al TROFEO, decidí pasar mi último día en Madrid de la mejor manera, y tenía la casualidad de ser un domingo. De nuevo conseguí boletos para ir a ver al Real Madrid y lo mejor es que el partido era el derbi de españa... Osea, el Barcelona estaba en la capital. Me llevé de nuevo a Arantxa, la preciosa muchachita que era la secretaria de la embajada de México. Cabe aclarar que ella era española nacida en México, eso sí, nadie le pudo quitar su acento andalúz. Y solo tenía unos 7 años menos que yo. En fin, nos fuimos para el Bernabeu y a disfrutar del partidazo que nos iban a brindar esos equipos. Tomamos asiento y en eso me preguntó:
-Señor de la Garza, ¿es cierto que usted se va de Madrid?-
-Así es Arantxa-.

El resto del partido fue tortuoso, Arantxa tenía una cara de que se iba a suicidar, no me soltó la mano en todo el tiempo y cuando salimos me tuvo abrazado y me fue haciendo piojitos. Ese tipo de cariñitos nunca me han gustado ni me gustaron, en fin. Cogimos el metro de regreso a su departamento...

-No se vaya señor, le amo-.
-Pero... Arantxa... E... e... e... estoy casado...-
-Lo sé, pero usted es la única compañía real que he tenido en mi vida, cuando viví en México me quedé huérfana a los tres años, me internaron en un orfanato dictatorial y apenas si pude escapar aquí a España, nunca he tenido alguien que me de su respeto y cariño-.

Y en eso me estampó un beso, estuvo rico, pero inmediatamente me despegué.

-Arantxa por Dios-.

Rompió a llorar, me cerró la puerta en la cara y no me quedó más que regresarme a México unos días después, ya cuando mi jefe José Soñador me dió la venia para volver. A los pocos días de tomar mi antiguo puesto de secretario del secretario de Gobernación me llegó una carta de Madrid, nada más y nada menos que del TROFEO. Arantxa había muerto, se había colgado de un puente de la ciudad. Me dejó sus pocas pertenencias, que me fueron enviadas a México. Entre ellas se encontraban una foto mía, joyería que le había regalado, los boletos de los 2 juegos a los que la invité, unas rosas marchitas y una colección de estampillas, un llavero de sombrero de charro, una receta de perdiz a la madrileña, y una reproducción de un van Gogh.

En parte yo tuve la culpa de que se enamorara de mí, siempre le regalaba cosas y le hacía caritas, en fin. Inmediatamente fuí a la recien inaugurada Basílica de Guadalupe II, pedí por su alma. Días después tomé un vuelo a Guadalajara, a mi casa... Ahí enterré sus pertenecias, les eché agua bendita, y listo. Desde que tengo mi café, a veces se me aparece con la soga al cuello... 




Canción del post
Quédate en Madrid - Mecano

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