Café musical

15 sept 2010

Serie Bicentenario: La adhesión de Agustín de Iturbide y la Consumación de la Independencia (1820-1821)

La reaparición de la Constitución de Cádiz amigos, como dije en el post anterior, causó un poco de malestar en Nueva España, además de que los habitantes novohispanos ya estaban hasta la puta madre de que los mangonearan; si no era Fernanputo VII, ahora ya eran los de la Junta Suprema de Cádiz, los mismísimos liberales. Por lo tanto un grupo de abogados, clérigos, militares y ricos novohispanos crearon la Conspiración de la Profesa. Consistía en lograr la Independencia a como diera lugar y evitar a toda costa que la Constitución de Cádiz se aplicara. Entre los miembros de ese grupo estaban el general Agustín de Iturbide (ese extraño personaje del que ya se había hablado) y su amante (decían las malas lenguas), la famosísima Güera Rodríguez, alías la Pruebacamas (namás andaba de cama en cama, ya saben para que). Con todo y esa mala fama, a la Güera Rodríguez se le puede declarar como semi heroína de la Independencia, ya que aportó dinero y refugio a las filas insurgentes y estaba a favor de la Independencia. Las malas lenguas también decían que la esposa de Iturbide no le daba cama, así que se fijó en la escultural Güera Rodríguez. 

En fin, la Profesa ya había dado sus órdenes y le encomendó a Iturbide unir a los Insurgentes desparramados en el sur del país, además de que movieron influencias para lograr el anterior cometido. Con esos hilos colocados el virrey Apodaca nombró a Iturbide Comandate del Sur, para negociar con Guerrero, hacerlo capitular y dejar todo como estaba. Curiosamente, Iturbide decidió combatir a los Insurgentes, pero después de una emboscada y dos patadas monumentales en el trasero, decidió pactar con Guerrero y sus fuerzas, además de que Iturbide deseaba la Independencia ya, fuera de las órdenes de la conspiración, de puro corazón lo deseaba el hombre. El 10 de enero de 1821 le envió una carta a Guerrero, donde le ofrecía el indulto, le mencionaba que diputados novohispanos salieron rumbo a España a negociar etcétera, además de algunas otras cosas. Guerrero recibió la carta y tomó todo lo dicho por Iturbide con cautela. El 20 de enero contestó. Rechazó por enérsima vez el indulto, le explicó todo el proceso de Independencia, fue negativo con lo de los diputados y mencionó que si a Iturbide de verdad le interesaba la patria, militaría bajo sus órdenes. 

El 4 de febrero, Iturbide escribió una segunda carta a Guerrero dónde le proponía reunirse cerca de Chilpancingo. Guerrero aceptó. El 10 de febrero, se ven los dos en Acatempan y se funden en un célebre abrazo. A partir de ahí, Guerrero y su ejército de 3500 hombres pasan a las filas de Iturbide. El mismo Iturbide envía una carta al virrey. El conde del Venadito Apodaca dice en su mente misión cumplida, ni se imagina lo que viene... Iturbide comienza su campaña predicadora, enviando cartas a todos los regimientos de soldados realistas. Como la mayoría estaba a favor de la Independencia (por ser criollos) no tardaron en aceptar. Muchos de esos oficiales realistas llegarían a ser personajes notables (algunos presidentes) de la historia de México, como Anastasio Bustamante, el nefasto Antonio López de Santa Ana, Valentín Canalizo, Pedro Celestino Negrete, José Joaquín de Herrera, entre otros. El 24 de febrero de 1821, se termina de redactar el Plan de Iguala, fundamentado en tres principios: UNIÓN, INDEPENDENCIA Y RELIGIÓN, las famosas TRES GARANTÍAS. Ese Plan sintetizaba todas las ideas surgidas en casi 11 años de lucha, entre ellas ideas de Hidalgo, Morelos y Mina. El mismo día, una bandera que mandó hacer Iturbide para su ejército quedaba terminada, sus colores eran el verde, blanco y rojo, en franjas diagonales, con tres estrellas y enmedio, una corona con las tres garantías escritas alrededor de ella. 

La ira del virrey Apodaca no se hizo esperar. Indultaba a todos los que firmaron el plan y a Iturbide no lo bajó de demonio traidor, incluso le quitaba todo fuero y casi casi lo hacía persona non grata. El grupo de la Profesa también se enojó, ya que el Plan proponía una monarquía constitucional y el grupo sugería una monarquía a secas (quizás absolutista). Además, Apodaca conformó un ejército de 5000 hombres para ir tras de Iturbide, comandada por Pascual Liñán. Armijo fue llamado para ser el nuevo Comandante del Sur. El 16 de marzo comenzó oficialmente la campaña del Ejército Trigarante, que gracias a todas las adhesiones que tuvo (los únicos regimientos que permanecieron leales al virrey fueron los de Veracruz y obviamente el de la Ciudad de México) fue arrollador, con muy pocas derrotas. En el inter de esa gloriosa campaña, el gran Guadalupe Victoria salió de su escondite en Veracruz después de casi 3 años, cuando supo de la proclamación del Plan de Iguala, no se creía que Iturbide cambiara de bando, además de que sus antiguos soldados le contaron todo lo que había pasado, incluso lo habían tomado por muerto. El 20 de abril, realizó una proclama en Santa Fe, Veracruz. En esos días llegó Santa Ana a entrevistarse con él y le nombró capitán general de la zona, pero Victoria decidió hablar personalmente con Iturbide, lo encontró en San Juan del Río. Victoria le propuso formar una república y que al mando de ella estuviera un insurgente que no haya aceptado el indulto virreinal. Iturbide lo mandó a volar, ya que con esas palabras, observó a Victoria como un enemigo que le iba a dar al traste con sus planes (Iturbide ya estaba enamorado de una monarquía). 

También en el inter de la campaña, el virrey Apodaca fue derrocado por un golpe militar. Muchos generales aún leales a la Corona española sentían que el virrey era bastante inepto para parar a Iturbide. Irrumpieron en su oficina y lo pusieron de patitas en la calle. Al principio nombraron a Pascual Liñán virrey provicional, pero entre pleitos y otras cosas, a los pocos días tumbaron del trono virreinal a Liñán y en su lugar colocaron a Francisco Novella para que lo calentara mientras llegaba el nuevo virrey oficial. Y finalmente llegó el 3 de agosto del año en curso. Iturbide se enteró gracias a que ya había tomado Puebla. El elegido para gobernar la Nueva España (o más bien, entregarla a los Insurgentes, jeje) era Juan O'Donojú. De ascendencia irlandesa, el hombre era bueno, liberal y moderado. Simpatizaba de cierta gana con el movimiento, porque pensaba que la Nueva España ya era caso perdido para la corona. Viendo que Veracruz y México era lo único que le quedaba a la autoridad virreinal, no tuvo de otra más que ir a dónde Itrubide y sellar la paz. O'Donojú llegó a la ciudad de Córdoba, Veracruz, dónde se hayaba en campaña el EJÉRCITO TRIGARANTE. Ahí se entrevistó con Iturbide y se comenzó la redacción de los Tratados de Córdoba. Finalmente, el 24 de agosto fueron firmados. Entre las ideas principales que se estipulaban era el reconociento de la soberanía e independencia del IMPERIO MEXICANO, que tendría una forma de gobierno compuesto por una monarquía constitucional moderada. Se invitaría a Fernando VII o algún otro noble a gobernarlo, en caso de no aceptar las Cortes del Imperio nombrarían al regente. Mientras tanto gobernaría una Junta Provisional Gubernativa, para asegurar la transcisión entre el Virrey y el Emperador. Satisfecho, O'Donojú se dirigió a la Ciudad de México para de perdida sentir el trono virreinal antes de que se convirtiera en un trono imperial, libre de mangoneadas mandadas por España. Antes de llegar, Novella recibió de parte de enviados de O'Donojú una copia de los Tratados de Córdoba. Vomitó sapos, cagó fuego y orinó piedras, todo resultado de su furia. Argumentaba que O'Donojú no tenía autoridad para firmar los tratados, por lo que eran nulos. Además, organizó una comisión de guerra y mandó a dos sallos para que vieran a O'Donojú. Los sallos le dijeron a O'Donojú, (que ya se encontraba junto a Iturbide en Azcapotzalco) que reconociera a Novella como virrey. Se negó, protestando además la forma en que había sido destituído Apodaca. Eso no funcionó, ok, los sallos le propusieron que de perdida reconociera a Novella como capitán general. O'Donojú se volvió a negar, pero solamente lo aceptaría si se restituía en su puesto a Apodaca. Finalmente, el 13 de septiembre, O'Donojú y Novella se vieron en Tacubaya. Novella finalmente aceptó que O'Donojú era el nuevo virrey y lo anunció públicamente el 15 de septiembre. Por esos días, las intendencias de Yucatán, Chiapas y lo que ahora son las repúblicas centroamericanas (que solo dependían judicialmente de la Nueva España), declararon su Independencia de España, pero se adhirieron al plan de Iguala y por lo tanto, al Imperio Mexicano. Juan O'Donojú por fin pudo sentarse en el trono virreinal el 26 de septiembre, el gusto solo le duró un día. El 27 de septiembre de 1821, bajo un arco triunfal, flores, y una algarabía increíble, el Ejército Trigarante entró en la Ciudad de México sin oposición. Lo gacho del desfile es que después de la plática con Victoria, no se le ofreció a éste último un lugar, para hacerlo peor, el ejército de Guerrero entró al último. En fin, pasó lo que pasó. Se consumó la Independencia. Al día siguiente, 28 de septiembre, el congreso redactó el Acta de Independencia del Imperio Mexicano... La Nueva España por fin era libre... Ahora se llamaría México... 

Nota: El último bastión español que quedó fue el fuerte de San Juan de Ulúa, en Veracruz. Los españoles adentro del fuerte fueron expulsados hasta 1825. España reconocería la Independencia de la Nueva España hasta 1836.

Pieza del post
Sinfonía número 9 en re menor (Cuarto movimiento) - Ludwig van Beethoven

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