Café musical

9 sept 2010

Serie Bicentenario: Vientos de cambio (1700-1808)

Los principios del siglo XVIII trajo como sorpresa muchas cosas... El debilitamiento de España como potencia el principal de ellos. Esto se debió a múltiples reyes ineptos, que llevaron a su fin la dinastía de los Habsburgo (austriacos) en España. El último Habsburgo, Carlos II, era la huella viviente de la degeneración de la sangre austriaca debido a tanto acto en lo oscurito entre primos, hermanos, tíos, etcétera. Para terminarla de fregar el pobre cabrón no tenía descendencia. Media Europa empezó a mover piezas para ver que familia de su terruño respectivo se quedaba con España. El ganón fue Luis XIV, que colocó  a su nieto en el trono, que se convirtió en Felipe V y por ende inauguró la dinastía de los Borbón, que sigue gobernando España hasta nuestros días. Como España ya no era Habsburgo, perdió bastantes territorios europeos que mediante tratados cayeron en manos inglesas o de plano regresaron a dominios austriacos.

Como ya sabemos, el siglo XVIII fue el siglo de las Luces, de la Ilustración, del Enciclopedismo, de las Ciencias. La Ilustración se asentó en Francia a principios del siglo, muchas de las ideas son gracias a que en el XVII la razón predominó por encima de todo. La Ilustración quería lograr una apertura de la mente y darle un carpetazo final y devastador a los pensamientos oscuros o algo eclesiásticos. Varios ilustrados como Rosseau, Voltaire, Montesquieu, Diderot entre otros plasmaron sus ideas en varios tratados y esas ideas fueron importadas a varios países del mundo por el mismo clero o filósofos recién llegados. De hecho, gracias a Rousseau y su libro "El Contrato Social" es que se tiene la forma de gobierno actual en casi todo el mundo, que a la vez es inspirada a la griega.

La Ilustración llega a la Nueva España a través de los jesuitas, que empiezan a propagarla por todos sus centros educativos. Incluso, como consecuencia de estas ideas, el Real Seminario de Minería (la minería seguía siendo la actividad económica más constante del virreinato) y la Universidad de Guadalajara, abrieron sus puertas. Si bien, la Ilustración dividió a la población debido a que se remitía a pasados griegos y romanos que no tenían que ver con la cultura española, promovió una expansión en las instituciones artísticas y en la cultura. El historiador Francisco Javier Clavijero fue una piedra angular en lo que se refiere a la propagación de las ideas ilustradas. La Academia de San Carlos fue abierta en 1781, ahí daba clases el gran arquitecto, escultor y todólogo artística Manuel Tolsá, que dejó huella en México son sus grandes edificios y esculturas (sobre todo "El Caballito"). En la Academia se mostraba a los pupilos el nuevo estilo neoclásico (apareció en 1750), aún así, muchos seguían empapados y enamorados del churrigueresco (variante local del barroco), por lo que el neoclásico solo tuvo éxito en la arquitectura. Siguiendo con los jesuitas, fueron expulsados de España y todo territorio colonial en 1767 (eso se tratará en el párrafo de abajo)... Pero su legado ya había dejado bastante huella, de todos modos, después regresarían.

A 3/4 de siglo, Carlos III implanta las reformas borbónicas, que significaban un cambio total en la estructura de gobierno de España y sus colonias. Para empezar, hace una limpia en el aparato burocrático, sustituyendo a los nobles por burgueses. Esto correspondía a que los nobles solo veían por sus intereses en vez de los de la Corona. Concentró gran parte del poder en la misma Corona, por lo que muchos consejos y organismos, entre ellos el Consejo de Indias, fue reformado completamente. En materias relacionadas con la Iglesia, las reformas borbónicas trataron de arrebatarles el mayor poder posible, limitaron la participación política e hicieron que traspasaran sus terrenos "en manos muertas" (terrenos que no tenían uso alguno por la Iglesia y seguían con ellos). Estas reformas decidieron expulsar a los jesuitas debido a su poderío económico, además de que no aportaban nada de ese dinero a la Corona. En cuanto a Hacienda, se creó lo que hoy es la auditoría, para vigilar los dineros. En economía, se aprobó el libre mercado entre colonias. En cuanto a política interior de las colonias, las Reformas Borbónicas sacudieron todo e instauraron una nueva forma de gobernar. El territorio de la Nueva España fue dividido en INTENDENCIAS, que eran un grupo de estados que formaban una región o intendencia. Esto permitió que el gobernador ya no fuera un simple basayo, sino que ahora ya era un pequeño virrey dentro de su intendencia. Esto molestó a los virreyes de pensamiento antiguo que todavía gobernaban, debido a que les restaba poder (ya no eran más los únicos emisarios del rey); por eso, Carlos III decidió enviar virreyes que si cumplieran el deber y sólo acataran órdenes. Algo que fomentó un poco lo que pasó después fue el cambio que se hizo en las Audiencias. Según las reformas, los oídores solo podían ser peninsulares, no criollos, además de que el cambio a intendencias les restó poder. Los ayuntamientos también fueron alcanzados por el largo brazo borbónico. El puesto de alcalde fue sustituído por el de subdelegado, con esto pasaba a ser dependiente del gobernador o intendente y así se evitaba por mucho la corrupción. En cuanto a cuestiones bélicas, las Reformas Borbónicas por fin reconocieron la necesidad de un ejército en las colonias. Aquí en Nueva España de poco sirvió, si bien fueron enviadas fuerzas españolas a instruir, el ejército se americanizó, pero sus miembros solo se unían para adquirir prestigio social. Aún con eso, si había uno que otro militar mexicano capaz. Las Reformas trataron de proteger a las castas y a los indios, pero no sirvió absolutamente de nada. Los criollos cada vez eran más, y unidos. Su odio hacia los peninsulares iba creciendo más y más, algo que no tardaría en explotar.

En 1773 finaliza la guerra de los Siete Años en Europa, algo que dejó diezmada a España, debido a que sus lazos del apellido Borbón les obligaron a participar al lado de los franceses. Todo esto para impedir el avance inglés. Curiosamente, en las trece colonias inglesas al norte del continente, se estaba ya planeando una guerra de Independencia, gracias al empape que se dieron con las ideas ilustradas, que llegaban en barco, escondidas en barriles de comida; finalmente, la Independencia gringa estalla el 4 de julio de 1776. Francia apoya con todo a los rebeldes y España, obviamente, se ve forzada a lo mismo, nunca imaginándose lo que en unos años iba a a pasar en sus colonias de América.  La guerra de los Siete Años forzó a la Nueva España a financiar la guerra, algo que causó mucho descontento y empezó a generar un hartazgo de estar haciéndole los trabajos sucios a España. 

Para principios del siglo XIX las cosas se calmaron un poco y un distinguidísimo señor nos visitó. En 1803 el ilustre José de Iturrigaray llegaba a la gran silla virreinal y el explorador alemán Alexander von Humboldt pisaba tierras novohispanas en Acapulco. Llegado de Ecuador, Humboldt no pierde tiempo y acompañado de su amigo francés Aimé Bonpland visita los pueblos cercanos de Acapulco y los registra en su diario de expedición. Después se dirige a Chilpancigo y luego a Taxco, la meca de la plata. Pronto llega a la Ciudad de México, a la que bautiza como "La Ciudad de los Palacios". Tiene un gran recibimiento por parte de las autoridades virreinales y rápidamente se pone a trabajar, explorando las antiguas ruinas aztecas e incluso descifrando la gran piedra que era la del Sol (el Calendario Azteca). Después se dirige hacia Pachuca y Guanajuato, para darle una revisada a las minas, incluso visita las alcantarillas de Huehuetoca. Al poco tiempo llega a Michoacán y sube al volcán del Jorullo. Esta aventura se hace muy conocida en Europa y una estampida de exploradores llega a la Nueva España para experimentar lo mismo que Humboldt. Regresa días después a Huehuetoca donde critica las condiciones de los indios, incluso les protege. Lo mismo pasa en las minas de Guanajuato, a las que le da una segunda revisada y en su diario escribe las condiciones de trabajo, incluso, intercede por los indios. Regresa a la Ciudad de México dónde visita el Colegio de Minería y a varios eruditos e instituciones educativas universitarias. Se despide definitivamente de su Ciudad de Los Palacios y agarra rumbo a Veracruz. En el camino, mide los volcanes Popocatéptl, Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba. Llega a Veracruz y tras unos días de estancia, se despide del país, para llegar a Cuba, y después a Estados Unidos; en 1804, presenta su trabajo en Francia y deja asombrados a todos. El trabajo comprende también Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú.

De vuelta a las realidades de la Nueva España, en 1804 se expide la Real Cédula de Consolidación de Vales... Fue la gota que derramó el vaso para los habitantes de la Nueva España. Como todo mundo sabemos, en aquellos años, la Iglesia se encargaba de TODO en cuanto a operaciones financieras y cuestiones de registro civil. Pues en lo financiero, esa cédula le dio en la madre santísima a todos, debido a que todo mundo tenía hipotecados sus terrenos en la Iglesia, que daba condiciones muy favorables a la población para pagar. Con la cédula, la Corona absorbía las deudas de la población (otra medida para quitarle poder a la Iglesia) y si no pagaban en un plazo un poco injusto, España se quedaba con las tierras. ¿Los más afectados por la medida?... Adivinaron, los criollos. No es raro entonces que muchos criollos hayan sido caudillos y héroes de la Indenpendencia. 


En España, las cosas iban de peor a horrorífico. En el trono estaba Carlos IV y el tipo pasaba más tiempo con el mosquete matando pichones que calentando el trono y ponerse a trabajar. Esto fue aprovechado (como siempre) por su esposa para meter a sus queridos, sobre todo a Manuel Godoy, quien era su amante. Curiosamente, Godoy contribuyó en algo a favor del desmadre y eso se vio en los hechos posteriores en América y la Madre Patria. En 1807, Napoleón parecía ser el tatarabuelo del famoso personaje de videojuegos, Pac-Man... País que le echaba el ojo, país que deboraba, y sin fantasmas que lo persiguieran. Cuando parecía derrotado solo comía su píldora y moles, adiós oposición. España no era la excepción, Napoleón lo quería en su mesa, para brincar y darle en la torre a su némesis: Inglaterra. España, también odiaba a los ingleses por robarles el número uno en poderío naval, por lo que de buena fé mandaron 1500 soldados a apoyar la causa francesa, mientras que Portugal se negó. Esto hizo que Napoleón cagara fuego y decidiera conquistar la antigua Lusitania como castigo. Y aquí viene nuestro buen prosti Godoy, que como buen político siempre quiere más. Napoléon se acerca a él y como es el secretario de Estado, firman un tratado en el que se permite la entrada francesa a España para conquistar Portugal; ya acaecido ese momento, la Lusitania sería dividida en tres, siendo la parte sur la que gobernaría Manolito. 

Pues que decirles que el tiro le salió por la culata. El mismo día que plasmó su firma, el putito de Fernandito, hijo de Carlos IV, conspiró contra sus mismos padres para quedarse en el trono. Godoy se enteró de todo esto y avisó a la familia. Los compinches de Fernando fueron desterrados, y él como buen mentiroso pidió unos fingidos perdones a su madre, y los obtuvo. Cuando Napoleón tomó Portugal, a principios de 1808, Godoy, que no había dicho ni pío de lo que hizo con Napi, aconsejó a la familia salir rumbo a la Nueva España. La gente no lo permitió, 1000 y un motines se desataron y la gente tomó a Godoy prisionero y lo encarceló. Carlos IV se impresionó de los hechos e increíblemente abdicó en favor de su querido Fernando, quien tomó como nombre real, Fernando VII. Tan insólito como parezca, los dos no veían peligro con la cercanía de tropas francesas. Por eso Fernandito, con miedo de que su padre se echara para atrás y le quitara la corona de su cabezota fue hablar con Napoleón para protegerse (Fernando creía que su padre iba a pedir ayuda a Napoleón, también). Su cuartel general estaba en Bayona, y para allá va Fernanputo, solo para ser aprezado por Napi. A los pocos días, su padre llega a Bayona, se entrevista con Napoleón, hacen que Fercho regrese la corona y Carlos IV en su cortísima segunda etapa abdica a favor de Napoleón. Napoleón pone en el trono español a su hermano José "Pepe Botella" Bonaparte. Pepe Botella (asi le pusieron los españoles por ser un conocido borracho empedernido) quería lo mejor para sus gobernados y mostraba intenciones buenas, solo que por el simple hecho de ser un invasor, le hicieron la vida de cuadritos. 

A partir de esto, todo cambiaría... y en serio. Los españoles decían que no tenían rey, por eso decidieron crear juntas administrativas por provincia y al tiempo, tratar de unirlas en una sola. Eso se logró al crearse la Junta Central Suprema, con sede en Aranjuéz, aunque al poco tiempo se trasladó a Cádiz. Esta junta estaba a reventar de ilustrados y pronto encargaron a la Corte la redacción de una constitución que acabara con el absolutismo en la Madre Patria. Esta noticia no tardaría en llegar a los virreinatos de Nueva España, Perú,  del Río de la Plata y Nueva Granada (éstos dos últimos originados en las Reformas Borbónicas, originalmente pertenecían al virreinato de Perú)...

Piezas del post
Concierto para dos clavecines en C menor (I. Allegro) - Johann Sebastian Bach
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Sinfonía número 2 (2o movimiento) - Ludwig van Beethoven

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