Café musical

5 mar 2009

Juancho

Hace mucho, como en 1998, llegó el primer cliente del día al café. No me esperaba que fuera un hombre con una cara tan demacrada, el tipo parecía fantasma, blanco como la leche, con una voz de misterio, y una mirada sin ganas, sin deseo, perdida en el lugar donde estaba la nalga de don Horacio. Me pidió un café negro. Después, empezó a hablar, como si estuviera con una pared:

De niño siempre fuí el raro, porque vivía en mi mundo, porque hablaba solo, me interesaban temas que a otros les valían madre, nadie daba una chingada por mí, era como un fantasma.

En fin, nunca tuve verdaderos amigos, pero...

...yo tenía una mascota, un pastor alemán llamado Juancho.

Juancho era mi mejor amigo. Éramos como hermanos.

Juancho me acompañaba en las buenas y en las malas.

Juancho se la pasaba jugueteando por el pasto.

Cuando hacía su gracias, Juancho inteligentemente se escondía abajo de la escalera, porque ya sabía que le iba a dar de cocolasos.

Juancho me lamía a las 6 de la mañana para sacarlo a caminar, como le gustaba salir a pasear por la Alameda Central.

Cuando hacía carne asada, Juancho nos dejaba sin carne.

Juancho odiaba a mi novia, un día, la mordió casi en la yugular, y la mandó al hospital. Como me reí, se lo merecía la puta, porque la sorprendí besandose con otro. Increíblemente solo llevábamos un mes.

Cuando salió del hospital, Juancho la volvió a morder, ahora en la entrepierna, se la dejó deshecha, tan así, que tuvo que ir a cirugía plástica, y gracias al Cielo, la ruca no iba a tener hijos nunca.

Seguía preparando mi venganza, con Juancho a mi lado. Llegó la hora. La invité al parque, llevaba a Juancho a mi lado, y cuando me iba a besar la pendeja, le tiré tres plomazos en el estómago con una Colt 45. Y después, tres tiros de gracia en la jeta, tenía sed de sangre, jaja. La cola de Juancho parecía abanico de lo feliz que estaba.

El cadáver nunca fue encontrado... Porque se lo dí de comer a Juancho.

Gracias a Dios, no le hizo daño la sangre ponzoñosa de mi ex.

Despuesito de eso, Dios me castigó, me hizo adicto a la cocaína, perdí el apoyo de mi familia y amigos... Pero no a Juancho, mi verdadero amigo, mi verdadera familia, quien ocupa a los otros pendejitos que por más que le hacen, nunca te comprenden, y te hacen creer que son los psicólogos sabiondos.

Tan adicto me hize, que perdí mi trabajo como ejecutivo en el banco, porque saqué 1 millón de dólares de la bóveda, lo ocupaba para mi dotación En Familia con Chabelo, de coca y de cannabis. Se nota que no me tenían confianza, jaja, pobres pendejos tecnócratas.

Y LO PEOR, ES QUE ACABAN DE ATROPELLAR A MI JUANCHO.

Aquí lo traigo, en una bolsa, para irlo a enterrar, al rato le pediré al obispo que lo canonize y sea el primer santo perro de la historia.

Gracias por el café...

Me quedé más congelado que un cubo de hielo. Cerré momentáneamente el café, me armé de huevos y seguí al tipo ese. Llegó al panteón municipal, donde increíblemente ya tenía un hoyo de 6 pies cabado y perfectamente rectangular. Tiró a su destrozado perro en el hoyo, después sacó la mencionada Colt 45. Se la puso en la boca y se dió un tiro; y no se de donde sacó la fuerza, pero se dio otro tiro, de gracia, en la cabeza. Cayó al hoyo. Nos acercamos el velador y yo, y el tipo quedó en una posición, como si estuviera abrazando al perro.

Regresé al café y tenía a más de 10 gentes esperando. Curiosamente, un tipo de los de la fila, se llamaba Juancho y traía un pastor alemán con una mirada floja, sin ganas...

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